viernes, 21 de enero de 2011

Soñar... a mi manera


Uff... extrañaba escribir! La verdad estos últimos días han sido bastante especiales... he tenido días de bastante reflexión, de tratar de decidir qué hacer con mi vida y de ordenarme un poco. Tuve una de esas conversaciones eternas con mi madre donde traté de hacerle ver que en realidad no soy feliz haciendo lo que hago, pero que tampoco sé lo que quiero para mi vida... sinceramente, no sé si lo entendió...

En general mis padres son del tipo de personas que piensan que se deben hacer las cosas "porque es lo que te tocó vivir" o porque la sociedad y los demás esperan algo de ti y tú debes simplemente cumplir. Yo no soy así. A diferencia de ellos, soy la clase de persona que disfruta de soñar y que cree que con esfuerzo nada es imposible, casi como cliché de película... constantemente lucho por ser más que buena en las cosas que hago, pero no para competir con los demás, sino para demostrarme a mí misma lo que puedo hacer con trabajo duro... aunque debo confesar que más de alguna vez eso me ha significado una sobreexigencia que finalmente me hace explotar de la peor forma... supongo que esos son los momentos en los que toco fondo y no me queda más opción que tratar de salir a flote nuevamente.

Esta semana pensé mucho en mis sueños. Y recordé tantas cosas. Sobre todo los sueños de mi niñez. Pasé por varios oficios y profesiones: bombero, profesora, médico... incluso me planteé la posibilidad de ser monja alguna vez!

Pero a medida que fui creciendo me di cuenta de que mi rumbo era otro. A los 8 años me di cuenta de que una de las cosas que me fascinaba era actuar. Incluso pertenecí a un taller de teatro en la escuela, pero no hacíamos otra cosa que interpretar mimos y terminé retirándome porque yo buscaba otras cosas... buscaba ser distintas personas por algunos momentos, para mí eso era lo máximo.

A los 10 años ya sabía cuál sería mi futuro: quería estudiar producción de televisión. Siempre me fascinaron las comunicaciones, pero no sabía de qué forma canalizar eso, hasta que lo descubrí. Me hacía tanta ilusión estudiar eso en la universidad... incluso los tests vocacionales siempre arrojaban ese resultado. No cabía duda de que era lo mío. Sin embargo, había un pequeño gran problema... los estudios eran carísimos. Yo había conversado con mis padres esa situación en varias ocasiones y ellos en un comienzo me dijeron que no me preocupara, que ellos podrían con el gasto. Pero 3 meses antes de ir a buscar ese sueño, mis padres me dicen que no podrán financiarme los estudios, que habían hecho un mal cálculo y que debería elegir otra carrera (ellos no querían que yo pidiera préstamos o trabajara mientras estudiaba). Por supuesto, yo no estaba preparada para recibir esa noticia y me sentí destrozada... y casi 10 años después, me sigue pesando.

Actualmente sí, puedo decir que soy una comunicadora... y que a través de los idiomas no sólo logro que dos personas logren entenderse, sino que también logro que dos culturas se acerquen... pero no es la forma de comunicar que me llena. Y una vez más debo regresar a mi adolescencia.

Siempre me gustó cantar, y desde pequeña supe que era afinada... pero aproximadamente a los 12 años mi afición por la música creció enormemente... todo el tiempo buscaba información y nuevos artistas, además de buscar canciones que no paraba de escuchar hasta que las aprendía, generalmente en inglés. Supongo que la genética también influye en mi gusto por la música, mi tío fue DJ de radio y discoteques por muchos años y desde pequeña me introdujo en el mundo de la música. Pero sólo en el último año de secundaria me di cuenta de la gran influencia que la música y principalmente el canto tenía en mi vida. Ingresé al coro... mi extrema "falta de personalidad" (ya descubrí que no es timidez, otra gran reflexión que tuve esta semana) hizo que pasara la vergüenza de mi vida al momento de las audiciones, porque sólo solía cantar para mí. Pero para sorpresa de todos (nadie sabía que yo cantaba!), pasé con éxito la audición. En ese año... wow... cada vez que estaba ensayando sentía que el mundo no existía... que los problemas desaparecían... sentía felicidad pura... dar conciertos era lo mejor... definitivamente mi último concierto es el que recuerdo con más cariño... el público nos aplaudió de pie y tuvimos que repetir una canción que cantamos con la garganta muy apretada... finalmente, todos queríamos sólo llorar... fue un momento mágico.

En ese momento me di cuenta de que esa era mi vía de escape. Y así lo es hasta el día de hoy. Cuando canto no existe nada más que la música y yo. En mis momentos más tristes, cantar es lo único que me saca una sonrisa... me relaja... incluso hay una canción de los Jonas Brothers, Play My Music, que describe casi perfecto lo que representa la música en mi vida. Y estoy dispuesta a aprovechar esa vía de escape. Por eso, uno de mis grandes propósitos para este año será ahorrar un poco de dinero para ingresar a una academia de canto el próximo año. Me encantaría estudiar canto profesionalmente, pero si las finanzas no alcanzan, me inclinaré por un curso simple... creo que en mi caso, será la mejor terapia para dejar fluir las emociones y los sentimientos.

Todavía siento que me queda mucha vida por delante... sin embargo, sólo hay una cosa que me haría sentir plena cuando sea el momento de partir... decir que finalmente, las cosas las hice "a mi manera".

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